¿Es buena idea hacer rodar cabezas?
- Pablo Díaz Gayoso

- 2 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 jun
El pasado viernes 27 de septiembre las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) lanzaron un ataque aéreo sobre uno de los barrios más poblados de Beirut, capital del Líbano. El objetivo del ataque no era otro que el Secretario General de Hezbollah, Hassan Nasrallah. Su muerte fue anunciada por las IDF y confirmada posteriormente por la propia Hezbollah al día siguiente. Su asesinato se suma al de Ismail Haniyeh, exlíder de la rama política de Hamás a final de julio de 2024 en Teherán mientras atendía a la toma de posesión del nuevo Presidente de la República de Irán tras la muerte de Ebrahim Raisi como ya hablamos en El momento "Carrero Blanco" que está viviendo Irán. Estos atentados reavivan la polémica medida de la decapitación de las organizaciones terroristas. A continuación veremos si más allá de ser una medida moralmente cuestionable, ya que no está alineada ni con el Derecho procesal ni con los Derechos Humanos, es una opción válida para acabar con la organización.
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