El Reino del océano rojo con un centímetro de profundidad
- Pablo Díaz Gayoso
- 3 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 5 mar
En julio de 2024 se celebraron elecciones en Reino Unido, las primeras desde que se formalizó el Brexit y las que pusieron fin a una década larga de dominio conservador. Todas las encuestas daban la victoria al laborista Keir Starmer y las elecciones confirmaron esa tendencia, ahora bien, la victoria no fue tan dulce como se pronosticaba. El colapso de los Tories era difícil de evitar, la sucesión de gobiernos fracasados son constatación de que el partido que facilitó el Brexit no tenía un plan para el día de después.

Desde la victoria de Boris Johnson en 2019, tres han sido los titulares que han pasado por Downing Street nº10. Johnson (2020-22), Liss Truss (septiembre-octubre 2022) y Rishi Sunak (2022-2024). Esta crisis de liderazgo en el partido Conservador fue aprovechada por el Nigel Farage y su nuevo partido Reforma Reino Unido o Reform UK (ex UKIP) que consiguió más de 4 millones de votos frente a los cerca de 7 millones de los Conservadores. Sin embargo debido al desproporcionado sistema electoral británico, los Conservadores consiguieron 121 escaños mientras que Reforma solo 5 en la Cámara de los Comunes.
La supermayoría del Partido Laborista se cifra en 411/650 escaños y 9.708.716 votos, siendo claramente beneficiado por el sistema electoral que en estas elecciones ha resultado extremadamente desproporcional. El partido de Keir Starmer como vencedor ha conseguido el 63% de los escaños pese a obtener solo el 34% de los votos. Por otro lado el partido de Farage recibió el 0,8% de los escaños con el 14,3% de los votos. Estos dos ejemplos son los más claros de estas elecciones, en las que la suma de voto popular de los Conservadores y Reforma superan en más de 1,2 millones de votos a los Laboristas.

Por esa razón el gobierno de Starmer se está enfrentando a un problema de legitimidad democrática de dimensiones históricas. Nunca antes en el Reino Unido ha gobernado un partido con tan poco apoyo popular directo e incluso es menor al número de votos que consiguió su predecesor en el cargo, Jeremy Corbyn en 2019 (10.270.000 votos).
De ahí que, el esperado cambio de gobierno en el Reino Unido ha estado más motivado por la división de la derecha y del sistema electoral que por un apoyo popular real al Partido Laborista. Esto se ve respaldado por la incorporación de Starmer a la lista de líderes británicos peor valorados, por debajo de Boris Jonhson, Tony Blair o Nigel Farage (Fuente: yougov.co.uk)
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