Lenguaje, cultura y capitalismo
- Marc Llinares Codina

- 16 oct
- 4 Min. de lectura
Lo woke mata. Lo woke corrompe. Lo woke destruye. Woke is evil.
La cultura woke ha destruido la gran cultura europea (como dice el escritor estadounidense David Rieff en La Vanguardia). Lo woke ha acabado con el superhombre y con los ideales y la fuerza europea. Nos hemos dejado llevar por el buenismo, los derechos humanos y la empatía mientras abandonábamos la fuerza propia de Europa, el continente de los imperios, la colonización y, sobre todo, de Roma.
Este mensaje es el que está empezando a calar en gran parte de la población europea. Y ya no son solo los partidos de extrema derecha, ésto decía el propio Alberto Nuñez Feijóo en una cumbre del PP europeo “Europa ha despertado, ha salido de la cárcel ideológica que le vendía que era bueno empobrecerse, estancarse (..) y que lo mejor era diluir nuestra cultura y nuestros valores (...) Europa ha despertado”. Lenguaje.

¿Qué hay detrás de todo esto? Sin duda hay una intensa batalla entre PP y Vox, el primero no quiere que le coman la tostada mientras el segundo piensa que mermelada ponerle. Pero no, más allá de esto, ¿qué hay? ¿Por qué hay cada vez más y más voces que se alzan en denuncia de una supuesta pérdida de la cultura europea?
Lo cierto es que no existe una única causa para explicar el auge y la popularidad de estos discursos. Por un lado tenemos los factores económicos, tanto las crisis como el constante cambio que se experimenta en los sectores productivos y económicos ha llevado a una gran parte de la sociedad a sentirse insegura. A esto se le suman factores políticos y un sistema ha sido incapaz de solucionar los problemas de estas personas dejando un espacio abierto para el resurgimiento de la extrema derecha.
Si a este resentimiento le sumamos el discurso fácil y populista de partidos como Vox, que achacan toda la culpa de todos los males a los inmigrantes y las minorías, tenemos una combinación explosiva.
Por extraño que pueda parecernos a algunos, mucha gente se puede sentir amenazada con la idea de que colectivos históricamente maltratados (mujeres, LGBTQ+, etc) tengan mejores condiciones de vida. Si a mi me va peor y a otro le va mejor, es culpa de este otro y de quién le ayuda a estar mejor.
Pero esto es como una empresa, si solo puede prosperar con mano de obra barata y explotada, su empresa es…una mierda. Aquí lo mismo, si solo puede triunfar y tener trabajo en una sociedad en la que la mayoría están marginados y maltratados, puede que el problema lo tenga usted.
Sea como fuere, estos discursos existen y cada vez se extienden más. Los gurús de la masculinidad en internet, los partidos de extrema derecha y los bots de Twitter (X) claman que los europeos hemos perdido nuestras señas de identidad. Ya no somos esa cultura fuerte y conquistadora que creaba hermosos edificios que pasaban a la historia. Ahora somos un continente tímidamente unificado que se arrodilla ante todo el mundo incapaz de prosperar. Cultura.
Curiosamente todos estos mensajeros del apocalipsis cultural han encontrado al enemigo, todos apuntan en la misma dirección, al unísono como si fuesen una perfecta y coordinada orquesta sinfónica. ¡El extranejero! Y, en concreto, los árabes.
A este respecto ví en Instagram una imagen que resumía perfectamente la idiokonía actual:

(La idiokonía es un oncepto propio si me permiten la libertad. Koinonía (κοινωνία) es una palabra griega que significa comunidad, convivencia, asociación o compañerismo, abarcando desde la comunidad humana en general hasta la participación y el apoyo mutuo. Así pues, por idiokonía pretendo hacer referencia a esta sociedad de idiotas que empieza a tomar el control del debate)
En España ya no molestan los latinos, ahora molestan los árabes. Los latinos son hermanos, primos lejanos con los que tenemos mucho en común. Los árabes, por otro lado, son esa plaga que solo quiere aprovecharse de nosotros, matar y violar. Son quienes nos conquistaron sin aportar nada (¿Cómo puede ser la historia tan fácilmente manipulable? ¿Cómo podemos ser nosotros tan fácilmente manipulables? ¿Cómo puede tener One Piece tantos parecidos con la realidad?)
Sin embargo, toda esta supuesta pérdida cultural tiene un único motivo, el capitalismo. La búsqueda desesperada de beneficios lleva a la reducción de los costes y esto, inevitablemente, lleva a la pérdida de la diferenciación y la identidad. Es infinitamente más barato construir un edificio modernista que uno clásico, rococó o con la ornamentación propia de otros tiempos. Se pierde el detalle, el trabajo manual y todo aquello que pueda suponer sobrecostes y por contra se ganan más beneficios y se busca la fría y simple funcionalidad. Capitalismo.

La llegada de migrantes no acaba con la cultura local, puede integrarse, nutrirla o simplemente observarla y apreciarla. Lo que acaba con la cultura local, nacional o europea es el ecosistema social, político y económico al que pocas cosas le importan más que el beneficio. Si solo buscamos el beneficio, nada más importa, ni la cultura, ni los valores, ni la gente.
Todos los catalizadores de odio ensalzan el liberalismo y el capitalismo como parte de esta cultura europea, como único sistema posible al que hay que defender a capa y espada. Incluso ante enemigos tan poco amenazantes como es el PSOE, un partido plenamente integrado en el sistema y que no representa ninguna amenaza para el mismo. No importa, es un enemigo.
El capitalismo es lo único que puede solucionar los problemas y, cuanto más salvaje, mejor. Ésta idea se extiende incluso entre aquellos a los que más perjudicaría. Quienes crearon el globalismo ahora pretenden destruirlo y todo en nombre de la defensa de la cultura y los valores que el propio sistema que defienden acabó por destruir.
No, no es lo woke lo que ha matado la cultura, no es lo woke lo que ha diluido toda seña de identidad europea o global, esto lo ha generado el capitalismo.










Buen concepto el de idiokonía