VER PARA CREER: La política de los focos
- fjlrivillas

- 8 oct
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Actualizado: 16 oct
Desde la estandarización de la televisión a mediados de los 60, no solo la política cambió para siempre, sino que también cambió la verdad. A partir de ese momento, cambió la percepción de la realidad de las personas sobre lo que pasa en todo el mundo ya que no causa la misma impresión escuchar un reporte de una guerra a miles de kilómetros que ver imágenes de las atrocidades que están ocurriendo. Quienes estaban especializados en la comunicación política y en campañas entendieron entonces que el gesto es tan importante como la palabra. Con el paso del tiempo como ya supo ver Sartori, la “logopolítica” fue sustituída por la “videopolítica” es decir, una buena imagen lleva antes a la meta política que un programa. Propongo la siguiente pregunta: ¿qué crees que ayudó más a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca, explicar qué iba a hacer o la foto tras el intento de asesinato que acabó rozándole la oreja y que lo primero que dijo fue “fight!, fight! fight!”?

Imagen de Donald Trump tras el intento fallido de asesinarle en Pensilvania
Pero antes de hablar de la actualidad, hay que hablar de la primera vez en la que la televisión ayudó decisivamente a un candidato. El 26 de septiembre de 1960 se dió el primero de cuatro debates presidenciales entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos Richard Nixon y John Kennedy donde hubo un detalle que marcaría las elecciones definitivamente: el sudor.
Quizá sin aún entender completamente la importancia de una buena imagen, Nixon decidió que no quería maquillarse para el debate, por lo que rápidamente a los pocos minutos de comenzar, debido al calor de los focos comenzó a sudar. La imagen en blanco y negro hizo que esos brillos le marcasen las facciones de la cara, haciendola más dura y dándole una apariencia de enfermo. De hecho, el propio Nixon dijo que tras el debate le llamó su madre preguntándole si realmente lo estaba. James Druckman realizó una investigación sobre la diferencia entre quienes escucharon el debate en la radio o lo vieron en la televisión y cuya conclusión afirma que quienes lo escucharon pensaron que lo había ganado Nixon mientras que quienes lo vieron afirmaban sin alguna duda que había ganado Kennedy. La fuerza de la imagen de un candidato relajado mientras que otro parecía que tenía problemas de salud determinó tanto la opinión pública que el siguiente debate presidencial no se daría hasta 16 años después entre Gerald Ford y Jimmy Carter.
Primera intervención de Nixon y la última, donde se le nota las facciones de la cara más marcadas debido al sudor, principalmente las ojeras.
La era de la televisión ha ido cambiando a lo que en términos de Manuel Castells se conoce como la “sociedad red” donde el juego político de mítines y debates interminables han pasado a vídeos cortos de 30 segundos con un código propio en TikTok. Esto lo ha entendido perfectamente el candidato a la alcaldía de Nueva York Zohan el demócrata Mamdani, quien ha sabido colocar su mensaje sobre aumentar impuestos a las corporaciones y millonarios de una manera fresca y actual donde lo visual no acompaña al mensaje, lo visual es el mensaje.
En España siempre llegamos tarde a las nuevas formas de entender los nuevos fenómenos y formas de hacer política. Mientras que Podemos entendió cómo moverse en las principales plataformas como Twitter y Facebook, actualmente es VOX quien ha entendido perfectamente los nuevos códigos de TikTok, ocupando un espacio predominantemente juvenil y colocando su mensaje. El impacto en redes sociales actuales no depende solo de la validez (o no) del mensaje sino de la importancia de la estética externa entendida como la suma de una música épica, cambios cortos de plano (o intercalar otros vídeos) para mantener la atención, una paleta de colores contrastados y frases que entran en una sola imagen en caso de que se haga un pantallazo. Lipovetsky estaría de acuerdo en que las píldoras visuales de VOX serían fáciles de transmitir y consumir en un momento donde la hipervisualidad está por encima de cualquier argumento racional.
Esto no implica que los partidos no estén implicados en este terreno de juego, sino que cada actor entiende qué tienen entre sus posibilidades y lo llevan a cabo de la manera que pueden (aunque siempre un paso por detrás de VOX). Por ejemplo, la imagen física desmejorada que tiene Pedro Sánchez por el peso de gobernar y los ataques constantes hacia no solo su programa político sino a su propia persona y a la de sus allegados, puede ser una carta con la que jugar con un mensaje de aguante y de resiliencia, como ya hizo con el libro que sacó en 2019 “Manual de resistencia”.
Por otro lado, el intento de Sumar y de Yolanda Díaz por acercarse a los jóvenes en redes sociales no termina de cuajar en el formato. Su equipo lo ha intentado mediante vídeos donde personas le envían audios sobre problemas en el trabajo donde los derechos laborales no se respetan, con una respuesta donde la Ministra indica qué medidas se pueden tomar al respecto. Sin embargo, no dejan de ser vídeos largos de 2 o 3 minutos donde la atención ya se ha perdido tras los primeros 10 segundos. La idea de utilizar el poder institucional acercándose a los jóvenes para que mejoren las condiciones laborales es muy positiva pero mal ejecutada.

Yolanda díaz en su TikTok personal respondiendo las dudas de un trabajador
¿Qué une a Kennedy, Mamdani, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz o cualquier actor político que quiera conseguir relevancia? Que la batalla de las ideas se ha trasladado a lo visual, donde lo performativo es más impactante aunque más breve. La espectacularización política lleva a que cada vez en un menor periodo de tiempo, se tenga que hacer algo nuevo y cada vez más visual para generar interacciones y convertirlos en votos. La vigencia de teorías como el voto racional o el voto económico siguen teniendo relevancia pero al fin y al cabo, las nuevas tendencias no pasan simplemente por acumular poder político, sino por crear y extender valor político. En otras palabras, da igual que hablen mal o bien de un candidato, lo importante es que siempre esté presente. Mientras que hace 80 años se votaba con el oído, la sobresaturación visual hace que hoy votemos con los ojos, tocando un futuro lleno de promesas que probablemente no se materialice, oliendo el miedo que nos produce el contrario y saboreando una victoria prefabricada en redes sociales.














¿Basta solo con comunicar bien? ¿Las redes sociales, las plataformas. son campos de juego neutrales?