La geopolítica del Nilo: el conflicto entre Etiopía, Sudán y Egipto
- Pablo Díaz Gayoso
- 1 mar
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 5 mar
El cambio climático está golpeando con fuerza en todo el mundo. Los incendios y las inundaciones se han convertido en un problema en Alemania y la sequía está desertificando el sur de España, zona históricamente disputada por la riqueza agrícola del Valle del Guadalquivir. Estos son dos ejemplos de problemas más o menos conocidos por parte del europeo medio pero, ¿qué está pasando en África?
El control de los recursos hídricos siempre ha sido de vital importancia. Toda comunidad humana se ha asentado y progresado gracias al acceso a grandes masas de agua. Tanto los ríos como los mares han sido claves para el desarrollo humano; no solo por el acceso a agua potable, si no que también ha sido una fuente casi ilimitada de alimentos y riego, un amortiguador de las temperaturas y un canalizador perfecto del comercio y del transporte de mercancías. El desarrollo del Antiguo Egipto hace 5.000 años hubiera sido muy difícil de explicar si eliminamos al río Nilo de la ecuación. Las crecidas periódicas del río permitían el asentamiento del limo, un material que convertía las orillas del Nilo en tierras superfértiles. Este recurso estratégico convirtió a Egipto en la provincia romana que suministraba grano a todo el Imperio.

Este sistema funcionó muy bien hasta mediados del siglo XX cuando el presidente Nasser construyó la presa de Asuán con ayuda financiera de la Unión Soviética. Esta gran presa hidroeléctrica permitió generar grandes beneficios en términos de almacenamiento de agua, producción de energía hidroeléctrica, y control del caudal de los ríos, proporcionando así a Egipto el potencial para un mayor desarrollo industrial.
Por otro lado, provocó grandes problemas como el aumento de la salinidad del agua que entraba por el Mediterráneo ante la menor afluencia del río, el aumento del agua estancada y el derivado aumento de las enfermedades (como la malaria), se puso en peligro la supervivencia de los famosos cocodrilos e incluso fue necesario mover parte del legado histórico por riesgo de inundación como el templo de Abu Simbel. Esas derivadas de la construcción de la presa de Asuán hay que sumarle que marcaron para siempre el calendario agrícola. El tradicional proceso de sedimentación del limo se frenó y Egipto perdió esa ventaja estratégica.
Las consecuencias fueron desiguales ya que por un lado se consiguió electrificar gran parte del país africano pero por otro lado se perdió gran parte de la actividad económica que dio de comer a la región durante milenios. En la actualidad el país se enfrenta a un reto similar al que se enfrentó en los años 70 pero esta vez van a enfrentarse solo a las consecuencias negativas y ninguna positiva.
El asunto que más preocupa al presidente Al Sisi de Egipto son los efectos de la puesta en funcionamiento de la Gran Presa del Renacimiento Etíope. Esta presa esta situada en el nacimiento de uno de los afluentes más importantes del río Nilo principal que es el Nilo Azul. Esta presa consiste en un megaproyecto impulsado por el gobierno etíope bajo el liderazgo de Meles Zenawi a finales de la primera década del siglo y que tiene capacidad para producir tres veces la electricidad que produce la presa de Asuán. Este proyecto promete dar un gran impulso a la economía de uno de los Leones Africanos que tenían mayor proyección de crecimiento.

El comienzo de la construcción de la Gran Presa fue posible gracias a los problemas regionales de la región MENA derivados de la Primavera Árabe. El fin de la era Mubarak, la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder, más tarde el golpe de estado sangriento del general Abdel Fatah Al Sisi y su guerra interna contra la oposición islamista y democrática, fueron algunos de los elementos que ocuparon la atención de los decisores políticos egipcios como para echar un ojo a lo que su vecino del sur estaba haciendo. A la par se encontraba Sudán, país que estaba sufriendo las consecuencias de la independencia de Sudán del Sur (2011), del conflicto Darfur (2003-2020) y de la crisis interna provocada por una sucesión de golpes de estado en 2021 y la actual guerra civil. El coste de no hacer (o poder hacer) los deberes a tiempo esta siendo demasiado alto para Egipto y Sudán.
La Gran Presa va a otorgar a Etiopía un poder enorme sobre sus competidores regionales ya que le va a permitir controlar los flujos de agua que entran tanto en Sudán y Egipto. Ya el normal funcionamiento de la presa va a provocar una reducción considerable del caudal del Nilo, en el caso de que haya un conflicto, la reducción puede ser incluso mayor.
El control de las fuentes de agua como se ha mencionado al comienzo siempre ha sido vital para el asentamiento y bienestar de cualquier comunidad humana. La lucha por ese control se vuelve más visceral conforme el recurso es más escaso debido al calentamiento global y al aumento de la población mundial. El golpe en la mesa que ha dado Etiopía es especialmente relevante ya que vuelve a traer la discusión sobre el desarrollo vs la conservación de los recursos naturales.
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