¿Cómo funcionaba la Libia de Gadafi?
- Pablo Díaz Gayoso
- 2 mar
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Actualizado: 3 mar
Muamar Gadafi llegó al poder mediante un golpe de estado no sangriento en 1969 que dio comienzo a la llamada Revolución Verde. Libia tradicionalmente se ha sostenido territorialmente en tres grandes regiones, la Tripolitania, Fezzan y Cirenaica, y estas estaban subdivididas en tribus y clanes (en torno a 140) fundamentados en la familia, la religión y la moral. Libia antes del golpe de estado era una monarquía constitucional sobre el papel liderada por el rey Idris I. Su reinado se inició con una mortalidad infantil del 40%, tasas de analfabetismo del 90% y una renta per cápita anual de 25$. El descubrimiento de pozos gasísticos y de petróleo mejoraría algo el nivel de vida del libio medio pero en mucho menor medida que el de la élite gobernante. La corrupción asociada a las rentas de la extracción de los hidrocarburos, que se concentraba en muy pocas manos, era galopante. En este contexto surge la figura de Gadafi, un militar carismático procedente de una tribu no especialmente poderosa formada por amazigh (bereberes) arabizados situada en la región pobre y desértica de Fezzan, que gobernaría Libia con puño de hierro durante 42 años.

El sistema político que fundó Gadafi se llamaba Jamahiriya o el gobierno de las masas, y este teóricamente prometía convertir Libia en una democracia representativa sobre la negación de la influencia occidental. El sistema que ideó Gadafi era único en el mundo, ya que combinaba el socialismo, el islamismo y el nacionalismo, pero lo que más predominaba era el personalismo preceptivo. La estructura política que creó no marcaba fronteras claras entre el poder formal y el informal. La posición de Gadafi se puede asemejar a la de un líder supremo norcoreano pero menos regulado; ya que ostentaba el título de Líder Fraternal y Guía de la Revolución, cargo vitalicio con poder absoluto sobre el sistema político.
La idea original que tenía Gadafi sobre la democracia la plasmó en el Libro Verde donde dijo que la "democracia es el control de pueblo por el pueblo" en sustitución a la visión que consideraba occidental y opresora de "la democracia es el control del gobierno por el pueblo". La nueva Libia nació de la desconfianza a los partidos políticos y a los burócratas, los cuales fueron eliminados junto con todas las leyes promulgadas antes del golpe. La estructura política se basó en la idea de interlocución "directa" entre el pueblo y el líder eliminando a cualquier intermediario.

Para ello se conformaron dos grandes sectores, el sector popular o Jamahiriya formado por un esquema piramidal de congresos y comités populares sectoriales (económico, social, político, etc.) y el revolucionario que estaba encabezado por el propio Gadafi y cuya misión era "la absoluta supervisión del poder popular". Se formaron en torno a 2.000 Congresos Populares de Base por todo el país y estos formaban parte del Congreso General del Pueblo, que ejercía de poder legislativo unicameral. Los comités y congresos del pueblo conformaban una amplia red clientelar que garantizaron la estabilidad del régimen, en parte mediante la atomización de todas las unidades políticas del sistema. Estas entidades tenían cierto grado de libertad, acceso a las rentas de hidrocarburos y armamento para apoyar la revolución. Su membresía era prácticamente la única forma de ascensor social en la Libia de Gadafi y además ejercían un estricto control represivo de la sociedad.
El régimen de Gadafi, al igual que los líderes árabes que llegaron con las independencias en la segunda mitad del siglo XX, impuso un contrato social autoritario basado en el intercambio de lealtad absoluta al líder/partido, por cierta seguridad y bienestar económico. La oposición era reprimida con fuerza y rapidez, y eso se sumó a la ausencia de un sistema judicial garantista. La tortura, las ejecuciones sumarias como las públicas no eran una excepción. Había dos sistemas judiciales que ejercían de forma paralela, uno al que podemos asemejar al resto de países con una Corte Suprema, primera instancia y apelaciones; y el otro formado por los tribunales militares y tribunales revolucionarios que ejercían al margen del poder judicial.

El poder dentro de la Jamahiriya se repartió entre las tribus más importantes de Libia que son la Warfalla (apoyo que perdió y su líder Khalifa Haftar organizó un golpe de estado fallido en 1993) y Magariha, junto con la del propio Gadafi. A nivel externo se alió de forma inestable con los Toubou y con los nómadas Tuareg, que ejercían en ocasiones como mercenarios. En el ámbito de la seguridad y la defensa, el ejército siempre estuvo bajo el liderazgo de Gadafi. En los años 80 formó la Guardia Revolucionaria, con clara influencia del Pasdaran iraní. Este cuerpo armado era dependiente de los comités revolucionarios. La Guardia funcionaba como un grupo paramilitar, ideológico y formado en exclusiva por miembros de la tribu de Gadafi, estaba encargado de la defensa de la revolución y de su líder. Y esta coexistió con el ejército regular y otras milicias.
En definitiva, el sistema político que implementó Gadafi es uno de los ejemplos más claros de totalitarismo contemporáneo con rasgos autoritarios. La Jamahiriya se caracterizó por: la falta de elecciones y de contrapesos, el control sobre el poder judicial y el uso continuado de la represión, el elemento mesiánico del líder, una cosmovisión oficial y los organismos de propaganda, la ausencia de seguridad jurídica y rendición de cuentas, la existencia de un estado paralelo leal al líder, etc. Estos elementos muestran un sistema que puede ser calificado como totalitario. Sin embargo, como todo concepto politológico esta clasificación también está sujeta a debate. Se puede argumentar que: el reparto de poder entre las tribus más importantes con agenda propia (pluralismo en las élites), la inexistencia de un partido que fagotice al estado o la existencia de propiedad privada son elementos suficientes para que los estudios más estrictos sobre el fenómeno totalitario excluyan a la Jamahiriya del club de ejemplos.
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