Etiopía (I): El fracaso del federalismo étnico
- Pablo Díaz Gayoso
- 18 mar
- 4 Min. de lectura
Contexto histórico del nacionalismo en Etiopía:
La historia de Etiopía ha estado fuertemente marcada por la cuestión nacional/étnica y las luchas de poder, en ocasiones violentas, entre ellas. Etiopía es un país de más de 130 millones de personas, las cuales están subdivididas en 80 grupos étnicos/nacionales. Los grupos más mayoritarios, es decir, con más de 1 millón de miembros, son solo 12. Los principales son los oromo, los amhara, los somalíes, los tigrinos, los afar y otros, ya que en el actual sistema político poseen organizaciones territoriales propias.
El origen del sistema político de la Etiopía contemporánea se remonta a la resistencia frente a la dictadura comunista de los Derg. El gobierno militar de los Derg, como lo era también su predecesora, la monarquía absoluta de Haile Selassie, estaba predominantemente compuesto por la etnia amhara. El gobierno de los Derg, de corte marxista-leninista, también tenía un fuerte sentimiento nacionalista amhara y fue imponiéndose culturalmente frente a las etnias minoritarias. Tales medidas incluyeron la promoción del amárico frente a otras lenguas como el oromo.

El nacionalismo etíope es de corte cívico y se basa en ver Etiopía como una nación multicultural donde conviven las distintas etnias pero que mantiene la unidad política, es decir, una federación unitaria. El problema de la aplicación de esta visión de Etiopía es que ha servido para que los nacionalistas amharas entendiesen que esa unidad se basa, no en el sincretismo, sino en su hegemonía política y cultural frente al resto de etnias. Frente a esa concepción que predominó durante la mayor parte del siglo XX, surgió el etnonacionalismo o federalismo étnico que empezó a ser aplicado con la caída del gobierno Derg a finales del siglo.
La dictadura fue derrocada gracias a una coalición de grupos armados liderados por el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF). La oposición estaba compuesta, además del TPLF, por el Frente de Liberación Oromo (OLF), Organización Democrática del Pueblo Oromo (OPDO), el Frente de Liberación Popular Eritreo (EPLF), el Frente de Liberación Somalí Occidental, el Movimiento Democrático Nacional Amhara (ANDM) y otros que crearon el Gobierno de Transición de Etiopía (TGE). El gobierno de transición no logró mantener la cohesión interna y, primero los representantes independentistas oromo de OLF (no así el OPDO) y más tarde los eritreos, salieron del mismo. En el caso de los eritreos, tomaron la región etíope de Eritrea y declararon la independencia en 1993 tras más de 30 años de guerra con los gobiernos de Addis Abeba.
La aplicación del federalismo étnico bajo el régimen del TPLF
La reforma más novedosa que estableció la coalición bajo el liderazgo del TPLF fue la de dividir territorialmente Etiopía en base a la etnia mayoritaria de la región. La finalidad era la de acabar con la violencia interétnica, con las tentativas del nacionalismo amhara de la dominación cultural del país y también la de facilitar el gobierno minoritario del TPLF sobre una mayoría más dividida. Este sistema no tardó en crear problemas entre otras etnias ya que significaba situar fronteras internas en zonas que estaban disputadas. Este fue el caso de la cuestión del territorio de Welkait. Esta disputa situada en la subregión de Tigray Occidental, ha ido pasando de manos amharas a tigrinas y viceversa en los últimos 100 años. Por otro lado, los representantes oromos vieron con buenos ojos esta reforma ya que, como etnia más numerosa, más pobre y desigual, miran al federalismo étnico como la mejor vía para hacerse valer políticamente.

La constitución de 1994 establece un poder legislativo bicameral, dividido en la Cámara de Representantes Populares (baja) y la Cámara de la Federación (alta). Los 547 parlamentarios de la cámara baja son elegidos cada 5 años en circunscripciones uninominales en un sistema mayoritario de una vuelta. Las minorías étnicas tienen reservados constitucionalmente 22 escaños. Por otro lado la cámara alta está compuesta por un miembro de cada nación o nacionalidad y aquellos que superen el millón de población obtienen un representante por cada millón. La composición de la misma varia en cada elección debido a la explosiva natalidad que tiene Etiopía (Índice de fecundidad superior a 4 hijos por mujer). Los parlamentarios de la cámara alta son elegidos cada 5 años o bien por los parlamentos estatales regionales o estos tienen la facultad de convocar elecciones para elegir a su representante.
La división territorial de Etiopía en cuatro niveles administrativos, las regiones (kililoch), las zonas, los distritos (woredas) y los municipios (kebeles). Los woredas representan la unidad supramunicipal básica y estos están gobernados por el Consejo del Woreda formado por representantes electos de los kebeles. Estos distritos forman parte del acervo histórico-cultural de Etiopía ya que es una institución que se remontan varios siglos atrás.
En 2018 este sistema diseñado por el gobierno de coalición federal liderado por el TPLF empezó a tambalearse. Ese año llegó al liderazgo de la coalición gobernante Abiy Ahmed, líder del Partido Democrático Oromo (antiguo OPDO). Este hecho marcó un hito histórico porque nunca antes un representante oromo musulmán había llegado a liderar Etiopía. Ahmed anunció una revisión del federalismo étnico, lo que acabó provocando la salida del TPLF de la coalición gobernante. Esta revisión constitucional en un principio tenía la intención de convertir el país en una democracia multipartidista centralista. Como veremos en la segunda parte, en Etiopía (II): Los tambores de guerra resuenan, este sistema de federalismo étnico ha fracasado. Lejos de apaciguar las tensiones interétnicas como pretendía, ha llevado al país y la región al borde del colapso en la guerra civil más brutal que se recordará en las próximas décadas.
¿Las diferencias étnicas son también religiosas?