¿El último Dalái Lama?
- Pablo Díaz Gayoso
- hace 7 días
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La causa tibetana ha sido una de las más olvidadas del siglo XXI, y ese olvido ha sido proporcional al espectacular ascenso de China como superpotencia. Otros conflictos que han tenido mayor repercusión en Occidente han sido la revocación del estatus especial de Hong Kong, la represión de los uigures en Sinkiang o la amenaza de invasión a Taiwán. Sin embargo, la situación del Tíbet budista —que tuvo gran visibilidad en el pasado, sobre todo tras la concesión del Premio Nobel de la Paz al actual Dalái Lama en 1989— se ha ido desvaneciendo. Para comprender la situación en el Tíbet, es necesario remontarse al siglo XV, a la época de los primeros Dalái Lamas.

El primer Dalái Lama reconocido retrospectivamente fue Gendun Drup (1391–1474), aunque el título se concedió por primera vez al tercer líder de su linaje, Sonam Gyatso, en el siglo XVI, a instancias del líder mongol Altan Khan. En sus orígenes, el Dalái Lama era un líder espiritual budista con la particularidad de que, tras su fallecimiento, se creía que se reencarnaba en su sucesor. El título “Dalái Lama” proviene de la palabra mongola dalái, que significa “océano”, y de la palabra tibetana lama, que se traduce como “maestro espiritual”. A partir del siglo XVII, el Dalái Lama dejó de ser únicamente una figura religiosa para asumir también el poder político, instaurando un régimen teocrático en la región tibetana.
El proceso de identificación del nuevo Dalái Lama se basa en señales espirituales, oráculos y la supervisión de los lamas más altos de las distintas escuelas del budismo tibetano. Tras el fallecimiento del Dalái Lama, se inicia la búsqueda de niños que puedan ser su reencarnación. Una vez localizados, los candidatos son trasladados a Lhasa, donde pasan por varias pruebas destinadas a confirmar cuál de ellos encarna al nuevo Dalái Lama. En el caso de que no se encuentren pruebas fidedignas del nuevo Dalái Lama, se procede a usar la Urna Dorada, que consiste en un sorteo público con los nombres de los candidatos. Este proceso suele durar varios años, ya que, por razones obvias, el nuevo Dalái Lama no puede ser coetáneo del anterior; aun así, su nombramiento suele realizarse cuando son infantes. El actual Dalái Lama fue reconocido a los cuatro años, proclamado a los cinco (1940) y hasta los 15 años, debido a la muerte del regente Taktra en 1950, asumió el cargo.

El largo reinado del actual Dalái Lama (1940–actualidad) ha sido especialmente convulso, pues comenzó durante la Guerra Civil china, la Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa de gran parte del Pacífico asiático. Sin embargo, los conflictos no terminaron ahí: una vez que el Partido Comunista de China, liderado por Mao Zedong, salió victorioso, en 1950 lanzó la campaña de anexión del Tíbet, que hasta entonces gozaba de independencia de facto. El sistema político y social del Tíbet de aquella época no difería mucho del feudalismo europeo, en el que el poder residía principalmente en las instituciones monásticas y la aristocracia. Este modelo medieval sirvió de justificación ideológica al Partido Comunista chino para llevar a cabo la anexión.
Desde entonces, el PCCh ha incrementado progresivamente su control sobre el Tíbet y sobre el Dalái Lama, exiliado en la India desde 1959. Los intentos de insurgencia tibetana impulsados por la CIA en la década de 1960 resultaron infructuosos. A mediados de los años setenta, el Dalái Lama declaró que probablemente sería el último en ostentar ese cargo y que no tenía intención de reencarnarse. Estas declaraciones respondían a la pretensión del PCCh de erigirse en la autoridad suprema para designar al nuevo Dalái Lama y a otros cargos de la jerarquía tibetana, como el Panchen Lama (el segundo en importancia).

En 1995, el Dalái Lama reconoció a su propio Panchen Lama sin contar con el permiso de Pekín, que a su vez designó a otro mediante el sorteo de la Urna Dorada. Este choque generó momentáneamente dos gobiernos y dos legitimidades: la del Partido Comunista y la de la tradición tibetana. Sin embargo, esa dualidad apenas duró hasta que las autoridades chinas detuvieron y desaparecieron al niño de seis años reconocido por el Dalái Lama, Gedhun Choekyi Nyima, quien permanece en paradero desconocido más de treinta años después.
El conflicto en torno a la sucesión del Dalái Lama se mantuvo relativamente estable durante buena parte del siglo XXI. El Partido Comunista de China (PCCh) sostenía una postura firme respecto a la elección del nuevo Dalái Lama y del resto de la jerarquía tibetana, mientras que el 14.º Dalái Lama había dejado en suspenso la posibilidad de su reencarnación. No obstante, el 2 de julio de 2025 rompió su silencio sobre el futuro de la institución. Anunció que el próximo 6 de julio, coincidiendo con su 90.º cumpleaños, revelará un plan para decidir sobre su sucesor, dando a entender que sí se reencarnará. La declaración establece con claridad que la sucesión se regirá exclusivamente por los procedimientos tradicionales del budismo tibetano, bajo la autoridad del Gaden Phodrang Trust, una organización sin ánimo de lucro creada por él mismo para preservar y apoyar la tradición y la institución del Dalái Lama.

La reacción de Pekín fue inmediata: reiteró con firmeza que cualquier reencarnación futura del Dalái Lama deberá seguir escrupulosamente los protocolos definidos por las autoridades chinas. Estos incluyen la localización y reconocimiento del sucesor dentro del territorio nacional, la aplicación del antiguo ritual de la Urna Dorada —establecido en el siglo XVIII durante la dinastía Qing— y, como condición indispensable, la aprobación del Gobierno central.
El choque de legitimidades parece inevitable, y uno de los últimos actos oficiales del 14.º Dalái Lama será el de intentar preservar la continuidad de la legitimidad tradicional tibetana, especialmente para la comunidad en el exilio. Este gesto, cargado de simbolismo, no solo representa un desafío directo al control que pretende ejercer el Gobierno chino, sino también un intento de blindar la autonomía espiritual del Tíbet frente a las presiones geopolíticas.
¿Sería posible que hubiese dos Dalai Lama? ¿La población budista china acepta sin problemas el control del gobierno chino?